martes, 22 de noviembre de 2011
El queso y el cabrero.
Todos estaban bajo la misma luz que el sol alto alumbraba en la mañana, bañando los grandes campos de cultivos ya fueran frutales como vegetales.
Lo mismo ocurría con las flores, que abiertas con sus largos pétalos ofrecían su néctar a las abejas zumzuantes que volaban de flor en flor, ( parece que será una buena miel)
Todas las vitaminas entraban sin distinción, fuera una rosa, o fuera una col, las copas de los árboles juegan entre los vaivenes de la suave brisa, formando sonidos armónicos, cerca, unos pequeños jilgueros que saltan de una hoja a otra en pequeños saltos antes de alzar el vuelo.
La lluvia de la mañana, había suavizado un ambiente un tanto polvoroso de los últimos días de vientos fuertes; la vista se hace alegre ya que gracias a las aguas, todo toma un brillante y mas reluciente aspecto en esta luz de la mañana.
Una inmensa serenidad flotaba a pesar de que en las últimas horas, todo parecía catastrófico, tanto por la economía como por las altas tensiones de los desacuerdos políticos.
La calma que se sentía en el aire, quedaba parada por un pequeño pastor que escuchando los sonidos de la naturaleza entonaba un suave siular a su pequeño rebaño.
Mientras cuidaba a su rebaño de ovejas y entonaba esa melodía en la mañana, ni siquiera se cuestionaba de donde llegaba tan bello sonido, solo intentaba imitar lo que escuchaba sin cambiar nada de lo que a él llegaba. Una canción que solía escuchar desde hacía mucho tiempo.
Sólo se sentía feliz, y así caminaba entre su rebaño, sin dar demasiada importancia a no ser que fuera el momento y haciendo lo que ya hacía.
Se sentía feliz en el prado con su rebaño, el cual le daba una rica leche que él utilizaba para fabricar queso.
Siempre llevaba su queso a la tienda del señor Patricio, ya que para el cabrero, era suficiente para su economía.
En la tienda del pueblo, la gente esperaban siempre la rica leche así como el rico queso, por la textura y el sabor, les gustaba mucho, además de que les daba como una cierta fuerza casi mágica cada vez que tomaban de ese queso que tan rico les sabia, los productos del señor cabrero eran muy apreciados.
- Don Patricio- ¿ Ya llegó el cabrero con su queso?- preguntaba un cliente ya nervioso por la llegada del cabrero.
- Aun no Daniel, se paciente., solo un rato mas.
Con paciencia el pastor organizaba su trabajo, de nada le impacientaba las prisas de los clientes del señor Patricio, a los cuales siempre les decía lo mismo.
-" Si queréis buen queso, dejad que las ovejas cumplan su tiempo de pasto y de sueño". Les comentaba el cabrero.
- Llegando ya a la panadería donde el público esperaba, y, él con una sonrisa dulce y levantando la mano en señal de saludo, un gesto que le daba un brillo de persona muy cercana y de una aptitud sincera, el pastor de ovejas les decía. " Hola, ya llegué"
Una señora que se llamaba Rita le preguntaba.
- Cabrero,, ¿ ¡¡¡¡Cual es el secreto de tu buen queso!!!???
El pastor serenamente contestaba levantando los hombros casi en timidez, la pregunta de la señora Rita.
- Solo pastoreo a mis ovejas y les canto canciones que ya suenan en el ambiente, haciendo que todo forme parte del mismo proceso, ya que a todos nos riega el mismo jardinero.
- Yo rezo y espero, y cuando escucho su voz, es entonces que silbo a mis ovejas con todo el Amor que soy capaz, y, ellas, se sienten queridas. Es el Amor el que hace posible este buen queso.
Cuentos Elisabeth.
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