martes, 18 de octubre de 2011

El altar de Dios.

La visión espiritual literalmente no puede ver el error, y busca simplemente la Expiación. Todas las soluciones que los ojos del cuerpo buscan se desvanecen. La visión espiritual mira hacia adentro e inmediatamente se da cuenta de que el altar ha sido profanado y de que necesita ser reparado y protegido . Perfectamente consciente de la defensa apropiada, la visión espiritual pasa por alto todas las demás y mira más allá del error hacia la verdad. Devido a la fuerrza de su visión, pone a la mente a su servicio. Esto re-establece el poder de la mente y hace que las demoras le resulten cada vez más intolerables al darse cuenta de que lo único que hacen es añadir dolor innecesario. Como resultado de ello, la mente se vuelve cada vez más sensible a lo que antes habría considerado pequeñas molestias.

Los Hijos de Dios tienen derecho al perfecto bienestar que resulta de tener perfecta confianza. Hasta que no logran esto, se agotan a sí mismos y desperdician sus verdaderos poderes creativos en fútiles intentos de obtener un mayor bienestar valiéndose de medios inadecuados. Sin embargo, los medios reales ya les han sido previstos y no requieren esfurzo alguno por su parte. La expiación es la única ofrenda digna de ser ofrecida en el altar de Dios, debido al valor que el altar en sí tiene. Fue creado perfecto y es absolutamente digno de recibir perfección . Entre Dios y Sus creaciones existe una perfecta interdependencia. Él depende de ellas porque las creó perfectas. Les dió Su paz para que nada las pudiera alterar ni engañar . Siempre que tienes miedo , te engañas a ti mismo, y tu mente no puede servir al Espiritu Santo. Eso te deja hambriento, pues te niega el pan de cada día. Dios se siente sólo sin Sus Hijos, y Sus Hijos se sienten solos sin Él. Tienen que aprender a ver el mundo como un medio para poner fin a la separación. La Expiación es la garantía de que finalmente lo lograrán.

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