Escucha la queja del carrizo, apartado del sitio donde brotó:
" Desde que me arrancaron del carrizal tengo este sonido, inclina
al llanto"
Abro mi pecho, intento liberarlo así de los suspiros.
Cualquiera que esté separado de aquello que ama entiende cuanto
digo.
Cualquiera que haya sido arrebatado de su fuente desea volver a
ella.
Presente en las reuniones, mezclado entre los que ríen y quienes
sufren,
cada cual escucha según sus sentimientos, pero pocos conocen los
secretos
guardados en mi corazón, prestan oídos sin saber lo que me aqueja.
El cuerpo no se oculta del alma, pero a nadie le es dado ver el
alma.
La flauta de carrizo es fuego, no sólo aliento.
Quien no tenga este fuego, está paralizado".
Oye el fuego del amor en las notas del carrizo,
es fermento de amor disuelto en el arrebato del vino.
El carrizo es amigo de los enamorados infelices,
de cuantos desean rasgar el velo y apartarlo.
El carrizo combina en su canto la herida y el ürguento,
la intimidad y el deseo de intimidad,
la capitulación desdichada y el amor más sutil.
Quien lo escucha, desmaya en secreto:
las montañas mismas danzan en júbilo.
El oído es atrapado por la lengua.
Si el Amado tocara mi boca con la suya, estallarían en mí las
melodías.
La flauta de caña tiene un efecto dulce porque produce azúcar
entre los carrizos.
Su sonido pertenece a todos. Deja pasar los días
llenos de añoranza sin preocuparte, pasan.
Quédate donde estás, dentro de la nota pura y hueca.
Rumi " la sed de los peces"
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